sábado, 23 de mayo de 2009

Comatoso

Atacado por la más cerda de las fiebres más porcinas, la lucidez le es arrebatada, el dominio sobre su cuerpo y sus pensamientos son completamente anulados: a la deriva, como la botella del náufrago; el lenguaje olvidado-oxidado-mutilado, la mente en proceso de reinicio luego del formateo, en blanco-virgen, listo para escribir-pintar-rayar-cantar: en estado de COMA. Extendido en la cama como para un sacrificio humano maya en una situación típicamente Cortázar debe aguantar los malos filos de las cuchillas oxidadas de la filosofía barata de la Coca Cola con sus disfruta la vida si es bella con la Coke company. Si le hablan, él, aunque no se mueva, los puede escuchar, y con eso puede mantenerse vivo, en la vida que ellos definen-defienden como tal cual. “No me hablen, no me molesten. No los quiero escuchar. Váyanse, mierdas. Déjenme disfrutar esto. Este es el único lugar propiamente mío, y no quiero que me lo invadan. No pueden entrar, y aunque pudieran, no los quiero invitar. No me distraigan.” Pero no quieren oírlo: ahí se mantienen, impávidos, tercos, charchas, doliéndole: una palabra mutila más que mil imágenes. Es su COMA. No lo respetan. Ensueña, divaga, crea mundos y los destruye, crea vidas y las aniquila, en la volá de un pequeño Dios: creador y creatura juntos en el mismo ente. La gente se le acerca para mantenerlo con vida, esa vida a la que ellos le llaman vida, esa que es vivida al revés, es decir, la mueren: agonía-vomitar. No los quiere escuchar, ni sentir, ni ver, ni estar. ¡Cállense! ¡Váyanse! ¡Desaparezcan! Mejor estar solo que mal acompañado. Quiere vivir el COMA en toda su magnitud milenaria cosmogonía, no le interesan los pequeños acontecimientos de los hombres, las pequeñas batallas diarias para mantener su estupidez llamada locura llamada vida: sentido común igual suicidio. Dormir. A un paso de la muerte: lo más vivo que ha podido estar. Reírse de ella. Burlarse. No espacio. No tiempo: no vida, no muerte. Utopía. Tranquilidad. No es volver al útero, es volver a la nada, al antes del antes, al después del después, ese tiempo como esa historia que no se cuenta que no se ve. Un cambio de perspectiva tan radical que vuelve al comienzo: 720 grados de puro cambio trascendental y etílico. El ojo del huracán, la tranquilidad antes de la tormenta: el COMA de la humanidad. Ellos se reniegan de ese estado. El lo reconoce, lo vive, lo teoriza, lo redeconstruye: le gusta el COMA. Está en él, y desde ahí se desarrolla: es como aquel que no tiene a nadie más, ni siquiera la pobreza, y solo puede jugar con su caca. El rechazado, el que nadie quiere, ni siquiera la pobreza. Mientras que la humanidad se esconde en su COMA como estado de conformismo, en el que otros cuidan de ella, él la toma como su trinchera, su último rincón de independencia, el rescoldo de pensamiento picao a lucidez que pudo encontrar. El COMA hay que disfrutarlo, sentirlo, olerlo, mirarlo, estar completamente en él, no refugiarse en él: crear y creer en el COMA. Apagar el interruptor del murmullo que invade el comedor-altar, el sector de engorda de los animales-niños-humanos: bajarse del mundo, tirarse desde las puertas abiertas, girar para no romperse las piernas: on-off; go-stop; big-bang: agujeros negros vegetarianos que duran la millonésima parte de un segundo. Silencios. Pequeñas muertes. Contradicciones. Contracciones. Parir el tiempo-espacio en un instante-lugar: el COMA como origen-fin-causa-consecuencia-unión-palimpsesto de paradigmas regurgitados. El COMA en la propiedad máxima de la paranoptialidad: vigilante paranoico. ¿Lo ven? ¿Lo saben ahí-aquí-ahora-antes? Ante la mirada vacía-muerta-juez de todos: ante las puertas de la ley. No puede pasar. No puede seguir. Como si ellos pudieran impedírselo. Hablar solo: la comunicación es un absurdo-basura. Es un ancla para mantenernos ata(ja-ca)dos, como el último espacio de represión que el hombre conoce para sí mismo: el hombre no es un lobo para el hombre: simplemente es caníbal, pero no lo reconoce, se cree racional y superior, le gusta saborear la sangre de sus prójimos, y ese COMA es el que utilizan como máscara para encubrir su doble estándar amparados por sus psicoanálisis y sus cogito ergo sum y sus dialecticales bufonadas: necesariamente, no tengo porqué estar de acuerdo con lo que pienso. ¿Se burlan? ¿Se ríen? Da lo mismo. Púdranse. Si digo lo que pienso, ergo pienso, si pienso, luego existo, si existo, voy a morir, si muero, todos ustedes vendrán conmigo al infierno-civilidad. ¿Y todavía odiai al mundo? Si, todavía. Pero no a ella. Final-aborto: no final. Como una supernova minúscula: COMA.
Para Maco...

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